miércoles, 30 de enero de 2013

Bienvenida a mi reino. Parte I

Era una noche como otra cualquiera, pero sin tacones. Una noche de risas, amigos, alcohol y música estridente. Uno de esos jueves que prometen. Un jueves noche, en deportivas.
Cuando llegó allí ya estaban casi todos y saludó con un simple grito desgarrador: ¡EEEEEESSSSSSOOOOOOSSSSSSSS! Ella era la discreción personificada. Y allí llegó, acompañada de una botella del peor ron, un vaso y una Fanta de Limón. -Celia, nena, ¿me das un par de hielos? -Claro joder, coge los que quieras. -¡Gracias fea! -¿Sabes quién viene esta noche? -Dorian, ya lo sé... -No, no. No me refería a eso. Viene un tío genial, es súper divertido, ya verás. Se llama Felipe. -¡PFFFFFFFF! ¿FELIPE? ¿EN SERIO? Vaya nombrecito regio. Ja, ja, ja. - Boba... ja, ja, ja.
Bebieron una, dos, tres, cuatro, cinco, seis copas y al sacar un cigarrillo se dio cuenta de que su mechero se había fugado, qué extraño, siempre le pasaba lo mismo. -¡Ehhh, chavvvvalessss! ¿Tennnéis fuedggo? Les preguntó mientras se acercaba. -Sí, toma. -Coooooño, Fer, ¡si ndo te había rgeconociddo! ¿Qué tal? ¿Qué hacess con ttu vidda? -Nada, aquí que Felipe me ha obligado a venir... Vas to' pedo hija... -¡COOOÑÑOO!¡El fadmosso Felipe!¿Edes tú? JA, JA, JA, JA. Qué fuerdtte todo. - Sí. JA, JA, JA, ¡HOOOLA!
Tras este breve pero intenso saludo entraron en la discoteca. El Drum n' Bass se apoderó de ella, de sus oídos y de su cuerpo y se abandonó al ritmo frenético. Saltaba y saltaba y no paraba de empujarse con gente que no había visto en su vida... Celia la cogió del brazo y la llevó al baño, también iba bastante colocada. Si las hubierais visto no diríais que eran dos chicas responsables, educadas y de conducta casi ejemplar. -¡Tía mira! ¡He colado esta botella! Le dijo a Celia, entre risas y nerviosismo. -¡PUTA JEFA! Ha venido Felipe al final, ¿a que es mono? -¿Sí? No sé, pero era gracioso. ¿Tienes un vaso o bebemos a pelo? -PONTE UN CHUPITO IPSOFACTO. Y así lo hizo, uno y luego otro y otros dos más. Metieron la botella de nuevo en el bolso y salieron a la pista, cámara en mano, dispuestas a inmortalizar otra noche de excesos y de luces intermitentes, de buen rollo generalizado. Y entre los flashes brillaron esos malditos ojos verdes, sí, Dorian, allí estaba, a dos insignificantes pasos y medio. Empezó a bailar haciéndose la despistada y se puso a su lado, él la rodeó con los brazos y besó su mejilla, acto seguido desapareció, como siempre hacía. A veces, cuando estaba tan borracha no sabía si él era sólo una invención o si realmente estaba allí.
Saltó durante cuatro horas más junto a Celia, eran inseparables, las dos estaban igual de locas, las dos tenían el mismo nombre y los mismos problemas; las dos, a veces, eran una sola. Celia entonces recordó su botella de ron y se fue a la entrada de los baños a echar otro trago. -¡Eh, avariciosa! Dame un poco, ¿no? Le dijo mientras le guiñaba un ojo y sonreía como sólo él sabía. -Claro Dorian, ¿dónde te habías metido? -Fui a fumar y me encontré a unos amigos fuera y hemos estado en el Irlandés, no les dejaban pasar. -Ah... Le devolvió la botella. -Bueno, ¿bailamos un rato o qué? Y le cogió del brazo y se lo llevó, la noche era suya y el momento también, nadie podía arrebatárselo ahora. Bailaron, si es que a lo que hicieron se le puede llamar así, más bien se empujaban y se reían. -Voy al baño, espérame. -Vale. Siguió bailando sola y entre el tumulto vio a Felipe besando a una de sus amigas, Noe. Se alegró por ella y siguió a lo suyo. Se le acercaron otros dos amigos y bailó con ellos y cuando Dorian regresó la miró y se fue a la barra. Ella le siguió. -¿Qué te pasa cielo? -Nada. -¿Estás bien? -No. Le abrazó y le besó la frente, él se soltó y pidió otra copa. -No pidas, aún tengo ron. -Da igual. -Dorian ¿qué ha pasado? -Nada, joder. Y entonces se dio cuenta. -¿Qué cojones te has metido en el baño? -Déjame en paz. Y lo hizo, le dejó en paz. Para ella sus palabras eran órdenes casi siempre.
Se fue con Celia al amanecer y lo que había empezado como una noche perfecta se convirtió en el recuerdo amargo de un "déjame en paz" que resonaría durante horas. A Celia ya le cansaban las historias de Dorian, pero la escuchaba atentamente porque la quería y porque sabía que la necesitaba.   

Llegó el viernes y con él la resaca, era fiesta gracias algún Santo, pero el lunes empezaban con los exámenes y si no estudiaba ese día se le acumularía todo. Se levantó tarde, sí pero se tomó un café y un par de magdalenas con un buen Spidifen y se puso a ello. Sólo paró para comer y para buscar un cenicero. A las siete y media su móvil empezó a cantar Jungle Boogie, era Celia. -Esssssa, deja ya de estudiar y vámonos a las fiestas del Almendro. -Joder tronca, CLARO QUE SÍ. A las nueve en punto estaban ya saliendo por la puerta... 

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