Arde el filamento de la bombilla e ilumina este rincón en el que estoy sentada. Ardía también mi voz ayer. No espero nada de todo esto, sólo seguir, sin rumbo fijo y a buen paso, escuchando el sonido de mis tacones rayando el parqué. Fumándome un cigarrillo tras otro, ahumando las cortinas y nublando el ambiente. Es increíble la capacidad que tiene el ser humano para luchar contra sus instintos, para reprimirlos y encadenarlos. Maldita educación, perra coacción.
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