martes, 22 de enero de 2013

Nadie diría que iba a estar tan bueno.

Esas tardes en las que te da un ataque de inspiración y te pones a mezclar ingredientes que... bueno, en principio no tienen nada que ver, pero a alguien se le tenía que ocurrir, ¿no?


Pasta verde que te quiero en mi sandwich.

 Me considero una fanática del sandwich, en especial a la hora de cenar cuando llegas muerto a casa y no tienes ganas de ponerte a hacer chorraditas ni a manchar media cocina, así que, una FELIZ noche se me ocurrió combinar mi sandwich favorito (pavo, queso y tomate) con un trozo de aguacate  y como soy muy fina se me ocurrió hacer una plasta tipo Rodilla. La famosa plasta consistía en aplastar un trozo de aguacate (30-40 gr.) con un quesito del Caserío y una pizca de sal. Está excelente solo, entre pan y pan con pavo o sin él, o sobre unas endivias...



Soso queso de Burgos japonizado.



Siguiendo en la línea de las plastas para rellenar me surgió la idea de aplastar el queso de Burgos (no tenía Philadelphia...) y como es bastante soso le eché un chorrito de salsa de soja en lugar de sal. El resultado es poco vistoso sí, pero dentro de un rollito de pavo o de jamón cocido... ahí la cosa cambia. También pobré a cambiar el queso por tofu, adictivo.







Un sandwich mozárabe.


Fácil no, lo siguiente. En un lado del pan untamos hummus y en el otro tapenade de aceitunas negras. Cerrar y morder.





Tortilla de Batata.

Sí, compré batatas y sí, no sabía qué hacer con ellas pero quería saber a qué sabían y tenía huevos en la nevera y pensé: si la tortilla de patatas está buena... ¿por qué no iba a estarlo la de batata?
El proceso es idéntico al de una tortilla de patata normal y corriente pero con batatas en vez de patatas, en gustos va lo de echarle cebolla o no. Yo no se la eché porque pensé que ya iba a estar suficientemente dulce. Bastante sorprendente y lo mismo se puede hacer con otras verduras como calabaza, coliflor, brécol... en fin, lo que pilles.


Pimientos rellenos de españolada.

Había que hacer aperitivos originales sí o sí pero que gustasen y a mi cabeza llegó el recuerdo de esos picnics tan tristes en los que no está presente la tortilla de patata, no podía permitirlo. Hice una tortilla de patata y la cuajé poco, le metí la batidora hasta que se quedó como una crema y con eso rellené unos pimientos del piquillo a los que después les di un golpe de horno y tachán tortilla modernizada.


Lasaña de lo que tenía por casa.

Abres la nevera y no hay ni un triste yogur... Abres el congelador y te encuentras con dos bolsas de verduras braseadas con pollo y como te sobra el tiempo piensas: LASAÑA, jugosa, calentita... Sí, me puede el vicio y me puse a hacer pasta fresca (un día pongo cómo se hace). Abrí las bolsas y separé las verduras del pollo. Salteé el pollo con un poco de ajo y le añadí tomate triturado, a las verduras las salteé solitas. En una fuente expandí el pollo con el tomate, la tapé con la pasta y eché las verdurás, a las que también tapé con pasta. Luego le esparcí una salsa de queso (bechamel hecha con Maizena y un par de tranchetes) y la gratiné en el horno. No es que estuviera buena, es que estaba buenísima.



Postre refinado de sobras y fruta enlatada.

Crema pastelera, estupenda, deliciosa y sensacional pero... ¿qué iba a hacer yo con todas esas claras de huevo que me sobraban? Pues montarlas a punto de nieve sí y como el merengue normal no me gusta una mierda batí una lata entera de melocotón en almíbar (con la mitad del almíbar vale) y se lo añadí a las aburridas claras de huevo, con movimientos envolventes y todas esas cursiladas de repostería. Luego lo puse en vasitos de cristal y le espolvoreé un poco de canela: vistoso, sabroso, ahorrativo... ¿qué más se le puede pedir?



Imaginación al poder.
Fotos gloriosamente robadas de Google.

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