lunes, 9 de noviembre de 2015

La pequeña Amanda


La Srta Amanda se complace con jugar a ser mayor. Crea mundos ideales y situaciones utópicas para evadirse de la realidad, de su realidad.
A la Srta Amanda no le gusta jugar con muñecas pues ya es demasiado mayor para eso, sin embargo, las mismas historias que construía para sus muñecas las construye para sí misma y de este modo, la Srta Amanda se deleita con magnificar cualidades y suministrar atributos a los hombres que la rodean. Ella siempre tergiversa la realidad, le busca tres pies al gato y le da la vuelta a las palabras para crear un final abierto; en el que, el muchacho de turno, nunca pronunciará la palabra "no" y caerá totalmente rendido ante el abanicar de sus negras pestañas.
La Srta Amanda me recuerda a Madame Bobary, quizás sea una auténtica descendiente o quizás una vulgar copia de la misma pero en cualquier caso, ella parece tenerlo todo y aún así jamás se conformará, jamás valorará lo que posee durante más de dos meses.
Hoy, la Srta Amanda ha echado a volar con su nuevo e imaginario caballero andante. Recientemente condecorado, este caballero que hasta ayer fue bufón de la corte ni siquiera se imagina lo que la mente de Amanda ha diseñado para ambos. En este mundo en el que todos los días es primavera viven sin apenas ropa, casi sin preocupaciones más allá de hacer el amor a todas horas y en cualquier lugar. Allí el tiempo se detiene pues el amor platónico no entiende de tiempos ni horarios, ni siquiera de la existencia de otras personas; allí los dos viven siempre felices, abrazados y desnudos corriendo por la orilla del mar, con la suave y cálida brisa de las miradas de quien se desea de forma animal.
Pobre Amanda mía, llegará el día en que lo pierdas todo por una fantasía, Amanda mía deja de soñar con un pasado convertido en utopía que nunca llegará y disfruta de lo que tienes o se irá; igual que tus sueños al despertar.