sábado, 8 de junio de 2013

Bienvenida a mi reino. Parte III

Lanzarote, qué semana... Siete días, durmiendo dos horas de media, bebiendo 8 copas de media, fumando dos porros de media, follando sí, y rompiéndose las medias...

Sólo escribió a Felipe una vez. Suficiente para saber si aún pensaba en ella.

Después de pasar tres días durmiendo se despertó en su habitación. Estaba tal y como la dejó al irse. Sus calcetines sin pareja, sus camisetas arrugadas y sus zapatos apiñados bajo la cama. Su pared llena de cuadros de grandes autores que se mezclaban con sus dibujos inacabados. Sus mecheros y sus ceniceros. Sonaba su teléfono una vez más; era Noe.
-¿Ya has vuelto a la vida?
-Eso parece...
-Esta noche vamos al Queo por mi cumple, ¿vendrás?
-En principio sí.
-Genial, estaremos en Callao a las once.
-Allí estaré. Ciao bella.
-Te quiero.

Miniminifalda, minicamiseta y cuñas. Era lo bueno del verano, no hacía falta mucho más para salir de noche. Salió a comerse la ciudad, en días como aquel solía convertirse en pura feromona y así cien ojos en el metro la devoraron cuando entró, cuando recorrió el vagón contoneándose al ritmo de su mp3, cuando puso esa cara al sentarse...

Cuando llegó a la plaza los hielos ya se estaban derritiendo atrapados en los vasos de plástico, muriendo sin remedio entre alcohol barato y refrescos dulces. Ella también se sirvió y saludó a todos. La noche prometía ser como cualquier otra y mientras oía cómo Ana le contaba una historia a la que no prestaba la más mínima atención una mano le tapó los ojos, otra mano le acarició el muslo y unos labios articularon una frase en su oído... 
- Mis botones se preguntan dónde están tus ligueros esta noche.
-Creían que no vendríais y se han negado a salir.
-Llámales.
La besó en la mejilla y se fue a saludar a los demás. Joder, la cosa cambiaba; ahora sí que se alegraba de haber salido.
Cantaban y gritaban por la calle, meaban entre los coches y dejaban basura por todas partes. Los vecinos les tiraban cubos de agua por las terrazas y lejos de espantarles les animaban más, hacía demasiado calor y ella lo sentía más que nadie. De pronto en los altavoces portátiles esa canción: I'm gonna DANCE! Sus ojos buscaron los de Felipe y viceversa. La bailaron como si nunca hubieran bailado, la gritaron desgarrándose las gargantas. Dios mío, me vuelves loca. Pensaba.
Al terminar la canción se dio cuenta de que Noe estaba sola sentada en un banco, en una esquina y se acercó. Creo que se sentía culpable.
-¿Qué haces aquí sola tía?
-Nada, no sé, estoy de bajón.
-¿Y eso?
-No sé, Felipe está raro tía, pasa de mi culo...
-Bah, no te rayes. Está pedo, es eso. Voy por una copa. Ve con estos anda.
-Vale...
Dejó a Noe bien acompañada y mientras se servía ron barato Felipe la cogió de la cintura.
-Deja algo para los demás, ¿no?
-Toma idiota, para ti.
-Vente y nos la bebemos ahí.
¿Sabéis cómo son esos parques infantiles que tienen un tobogán y una especie de caseta? Pues ahí se sentaron, semiescondidos en mitad de la plaza, solos y a la vez rodeados. Solos. A estas alturas en lo último que pensaba era en Noe...
-Ven, acércate. Decía Felipe, y ella obedecía sin más. -¿Tú lo ves normal?¿Cómo se te ocurre venir sin la mitad de la falda y aparentar que no ha pasado nada?
-¿Y tú? Calla esos botones por el amor de dios, llevan toda la noche gritándome que los desabroche...
-No lo harás.
Le desabrochó la camisa y le miró. -Mucho mejor. Se sentó encima de él y le acarició el pelo.
-Estás loca, pueden vernos. -No, eres tú el que me vuelve así. -Vámonos, esto no es buena idea...
Sí, él llevaba razón. Claro que sí, pero le abría arrancado los pantalones con los dientes.
Le siguió hasta la plaza y se sentó con Ana.
-No te entiendo.
-¿Qué?
-¿Qué cojones estás haciendo? ¿Vas de súper amiga con Noe y te enrollas con Felipe?
-¿Qué? Yo no me he enrollado con Felipe, se te va de las manos.
-Ya, claro... ¿y qué hacíais ahí solos?
-Hablar, joder. HABLAR. ¿Es que ahora está prohibido o algo así?
-Tú misma. Y se fue.



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